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La receta constitucional. Publicado en el Diario Correo, jueves 18 de junio de 2020.

Carlos Hakansson

Doctor en Derecho (Universidad de Navarra)

Profesor de Derecho Constitucional e Integración (Universidad de Piura)

Titular de la Cátedra Jean Monnet (Comisión Europea)

Los países democráticos del primer mundo son estados sostenidos por un sólido sistema político y judicial que opera respetando el marco jurídico. Su común denominador es la vigencia y garantía de un Estado de derecho, más importante que el reconocimiento internacional de un alto grado de inversión. No es la fortaleza económica, tampoco el crecimiento anual sostenido ni el buen producto bruto interno, pues existen estados con indicadores favorables pero sin respeto a las libertades, o potencias mundiales que en realidad son dictaduras camufladas con elecciones periódicas.

La explicación es que los países democráticos del primer mundo son consecuencia de un sólido Estado constitucional que reconoce y respeta las libertades, y su dinámica, cuando son ejercidas plenamente. La libertad individual, personal, de reunión y asociación promueven el ejercicio de las libertades económicas que a su vez permiten el acceso a la propiedad, el derecho trabajo y al desarrollo integral de la persona que obliga a los estados a implementar efectivas prestaciones de salud, educación y seguridad para el bienestar general que son fruto de la recaudación tributaria y a causa de la realización de las libertades. Una dinámica virtuosa.

La receta del constitucionalismo posee unos ingredientes escasos de conseguir en el mercado, es un proceso de lenta cocción que admite una variedad de condimentos; por eso, más importante que importar instituciones para elaborar un nuevo texto constitucional (catálogo de derechos, separación rígida de poderes, jefatura de estado y gobierno, relaciones ejecutivo-legislativo, relaciones fiduciarias, etc.), el reto se encuentra en producir el espíritu del constitucionalismo, cuando se le reconoce como un proceso histórico y cultural. A través de sus sentencias, la justicia ordinaria y constitucional se deben encargar de consolidar el Estado de derecho, que no se compra por internet para su despacho a domicilio. Se conquista.

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